Testimonio infantil en contextos judicializados: claves para una valoración experta

En los casos de abuso o violencia en los que intervienen menores, el testimonio infantil judicializado constituye uno de los elementos más sensibles y complejos de valorar desde la psicología forense. La intervención del perito no solo requiere conocimientos técnicos, sino también una comprensión profunda del desarrollo evolutivo, la sugestibilidad y el impacto emocional que el entorno judicial tiene sobre el niño o la niña.

Desde mi experiencia profesional, resulta imprescindible abordar este tipo de evaluaciones bajo criterios clínicos y forenses rigurosos, que garanticen la validez del proceso sin vulnerar la integridad emocional del menor.


Qué se valora desde una perspectiva psicológica forense

Interpretar el testimonio de un menor implica una intervención técnica de alta especialización.

En una valoración psicológica forense de menores, el objetivo principal no es confirmar si el abuso ocurrió, sino analizar si el testimonio infantil judicializado muestra características compatibles con la experiencia narrada, teniendo en cuenta factores evolutivos, emocionales y contextuales.

Entre los principales focos de análisis se encuentran:

  • La coherencia interna del discurso, ajustada a su nivel de desarrollo.
  • El contenido emocional asociado al relato.
  • La capacidad simbólica y de evocación del menor.
  • El análisis de posibles contaminaciones externas o inducciones.
  • La presencia de indicadores psicológicos compatibles con victimización, valorados en base a la clínica y al contexto.

Es fundamental subrayar que el testimonio infantil judicializado no debe forzarse hacia una conclusión binaria de verdad o mentira. El peritaje no consiste en etiquetar, sino en ofrecer un análisis cualitativo basado en criterios profesionales objetivos.


Variables personales y contextuales implicadas

Todo relato infantil judicializado debe analizarse en función del contexto relacional y del desarrollo psicoevolutivo.

La edad cronológica no siempre se corresponde con el nivel madurativo real. Es por ello que el análisis debe considerar:

  • El lenguaje disponible del menor y su forma de organizar el discurso.
  • Su exposición previa a situaciones traumáticas o negligentes.
  • Las relaciones de apego y figuras de referencia actuales.
  • La posición del menor en el conflicto judicial, especialmente en casos de custodia o violencia intrafamiliar.

En entornos donde el menor ha sido expuesto a altos niveles de conflicto interparental, o donde existen denuncias cruzadas, es común observar relatos fragmentados, emocionalmente planos o con contradicciones que no necesariamente indican falsedad, sino efectos del contexto o de la presión institucional.

Además, la posibilidad de contaminación por parte de adultos cercanos —ya sea mediante preguntas sugestivas, repeticiones o anticipaciones— debe ser explorada cuidadosamente. En este sentido, la técnica de entrevista utilizada puede condicionar profundamente la calidad del relato.


Dificultades frecuentes en valoraciones clínicas en entornos judiciales

El error más habitual es asumir que un relato infantil debe seguir la lógica adulta.

Una de las distorsiones frecuentes en informes periciales es aplicar parámetros de coherencia o precisión adultos a testimonios infantiles. Esto genera errores graves de interpretación como:

  • Considerar contradicciones menores como indicadores de simulación.
  • Subestimar la carga emocional de relatos lacónicos o vagos.
  • No distinguir entre falsedad y confusión por trauma.
  • Olvidar que la revictimización institucional puede alterar profundamente la narrativa del menor.

Otro aspecto crítico es el uso inadecuado de instrumentos, o la aplicación mecánica de criterios sin contextualización clínica. Por ejemplo, afirmar que un niño “no muestra indicadores compatibles con abuso” sin haber considerado los efectos del silenciamiento, la disociación o la inmadurez emocional, representa una forma de invalidación clínica y técnica.

También es frecuente encontrar errores por omisión: informes breves, sin entrevistas cruzadas, sin evaluación emocional o sin recogida del entorno relacional del menor, que buscan una respuesta rápida y definitiva a una pregunta altamente compleja.


Valor añadido de un análisis profesional contrastado

El peritaje experto permite discriminar entre relato validado y relato condicionado, sin emitir juicios de veracidad.

Una valoración psicológica forense estructurada aporta una serie de ventajas técnicas que difícilmente se alcanzan con aproximaciones clínicas generales. Entre ellas destacan:

  • El uso de entrevistas adaptadas a la edad y contexto del menor.
  • La triangulación de información emocional, cognitiva y relacional.
  • La capacidad de identificar signos indirectos de victimización.
  • La discriminación entre síntomas postraumáticos y reacciones adaptativas normales.

Además, el perito forense puede señalar limitaciones del procedimiento, como la insuficiencia de información o los riesgos derivados del entorno judicial, sin comprometer la imparcialidad de su dictamen.

En mi práctica profesional he observado que el valor técnico de una evaluación rigurosa no reside en confirmar un hecho penal, sino en explicar desde un enfoque psicológico clínico-forense cómo se estructura, expresa y transforma el relato del menor en un entorno judicializado.


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