La evaluación clínica del testimonio en delitos contra la libertad sexual exige un enfoque meticuloso, prudente y técnicamente fundamentado. Como psicólogo forense en España, mi función no consiste en emitir un juicio de verdad, sino en analizar si el relato evaluado es psicológicamente viable, compatible con una vivencia traumática y estructurado conforme a parámetros clínicos observables.
En contextos donde no hay pruebas directas, la valoración del testimonio adquiere un peso central. Por ello, todo informe psicológico forense debe construirse desde criterios psicoforenses objetivos, evitando cualquier inferencia sin base estructurada. La diferencia entre una valoración técnica y una opinión personal está en la metodología aplicada y en la capacidad del perito para delimitar sus propios márgenes de interpretación.
Qué se valora desde una perspectiva psicológica forense
En la evaluación del testimonio, el foco no está en determinar si la persona dice la verdad, sino en analizar si su relato cumple con características propias de una experiencia vivida, no elaborada ficticiamente. Para ello, se valoran aspectos como:
- estructura narrativa (orden interno, lógica temporal, densidad de detalle),
- contenido emocional congruente,
- espontaneidad verbal,
- estabilidad interna y externa del relato,
- presencia de fragmentación compatible con trauma.
Este análisis se combina con indicadores clínicos: síntomas asociados, relación entre relato y afectación emocional, estilo de afrontamiento, y coherencia entre discurso verbal y no verbal. En la práctica, el perito psicólogo debe construir una hipótesis sobre la viabilidad psicológica del relato, siempre dentro de un marco forense riguroso, sin invadir el ámbito judicial ni asumir funciones probatorias.
Variables personales y contextuales implicadas
Cada relato debe ser analizado en función de la persona que lo emite. Como perito judicial psicólogo, valoro no solo el contenido del discurso, sino también la madurez cognitiva, el lenguaje disponible, la historia de trauma previa y el entorno donde se genera y expresa el relato.
En casos de menores o personas vulnerables, la narrativa puede verse influida por procesos de sugestión, dinámicas familiares, o intentos inconscientes de protección. También es frecuente que el testimonio se vea afectado por procesos de revictimización institucional, entrevistas mal conducidas o interrogatorios insistentes. Por eso, todo informe pericial psicológico debe contextualizar el relato sin desconectarlo de la vivencia emocional real.
En contextos de maltrato psicológico familiar, violencia de género o custodia por violencia de género, los relatos pueden estar atravesados por dinámicas de poder que alteran la expresión narrativa. En estos casos, es fundamental integrar variables relacionales en la evaluación psicológica forense para no sobreinterpretar el silencio, la ambigüedad o la contradicción puntual como falta de veracidad.

Dificultades frecuentes en valoraciones clínicas en entornos judiciales
Uno de los principales errores en los informes periciales psicológicos es confundir la precisión narrativa con la veracidad. Muchos relatos reales de abuso o agresión sexual contienen incoherencias, lagunas o vacíos emocionales derivados del trauma, la disociación o el miedo al juicio externo. Interpretar estas características como indicadores de falsedad es un sesgo técnico que debe evitarse.
Otro punto crítico es el uso incorrecto de pruebas clínicas o cuestionarios inadecuados para contextos forenses. No todo instrumento clínico permite inferencias psicolegales, y el análisis psicológico forense debe incorporar solo procedimientos validados para este fin. También debe evitarse cualquier presión o inducción durante la entrevista, especialmente en menores.
El contexto judicial introduce además un entorno altamente evaluativo, donde la víctima puede responder desde el miedo, la hipervigilancia o la necesidad de adaptación a expectativas externas. Estos factores no invalidan el relato, pero sí deben ser considerados en su interpretación.
Valor añadido de un análisis profesional contrastado
Una evaluación clínica del testimonio bien realizada no dicta sentencias, pero ofrece claves técnicas esenciales para comprender el discurso narrativo desde un enfoque psicológico. En procedimientos por delitos contra la libertad sexual, esto puede marcar la diferencia entre un relato desacreditado injustamente o una valoración ajustada a criterios profesionales.
Mi trabajo como perito forense especializado en abusos sexuales se centra en aplicar protocolos de análisis clínico con sensibilidad forense, integrando relato, estado emocional y contexto personal. Esto es clave en informes de evaluación del daño psicológico, credibilidad del testimonio, contrapericiales o defensa penal, donde la narrativa es un elemento central del procedimiento.
Un buen peritaje psicológico no interpreta emociones: las analiza. No confirma hechos: evalúa su viabilidad clínica. Y no busca culpables: proporciona al sistema judicial una base técnica desde la cual tomar decisiones informadas.
La evaluación clínica del testimonio es una tarea delicada que requiere precisión, neutralidad y profundo respeto por el relato ajeno. La clave está en combinar conocimiento clínico, método forense y prudencia inferencial. Así se construyen informes periciales psicológicos fiables, útiles y técnicamente sólidos.

