El poder que no deja huellas
En la práctica forense, la evaluación de la coerción relacional constituye uno de los mayores desafíos técnicos. A diferencia de la violencia física o económica, la coerción psicológica se caracteriza por mecanismos invisibles de control, aislamiento y manipulación emocional, difíciles de detectar sin un análisis sistemático y contextual.
En las relaciones sentimentales disfuncionales, la coerción no siempre adopta una forma explícita. Puede manifestarse a través de culpa, gaslighting, miedo al abandono o dependencia emocional, generando una asimetría de poder que limita la autonomía y la capacidad de decisión de la persona afectada.
Naturaleza de las dinámicas coercitivas
Las dinámicas coercitivas se sustentan en un proceso progresivo de dominación psicológica, donde uno de los miembros impone su voluntad mediante estrategias que erosionan la seguridad y el juicio del otro. Entre los elementos más frecuentes se encuentran:
- Control de las rutinas cotidianas y del contacto social.
- Desvalorización emocional o intelectual.
- Amenazas veladas o chantajes afectivos.
- Aislamiento progresivo de redes de apoyo.
- Manipulación de la percepción de los hechos (“no fue así”, “exageras”).
Evaluación técnica de la coerción relacional
La evaluación de la coerción relacional requiere combinar herramientas clínicas, observacionales y documentales. El proceso debe centrarse en identificar patrones de control sostenido y su impacto emocional en la víctima.
- Entrevistas clínicas estructuradas: orientadas a explorar los episodios, la cronología y las reacciones emocionales.
- Valoración de la consistencia narrativa: análisis de la estabilidad del discurso en diferentes momentos de la entrevista.
- Exploración de la autonomía personal: capacidad para expresar desacuerdo, tomar decisiones y mantener vínculos externos.
- Registro de indicadores emocionales y conductuales: ansiedad, hipervigilancia, evitación o sumisión.
- Análisis contextual: revisión de mensajes, comunicaciones o comportamientos repetitivos que evidencien control psicológico.
El objetivo es determinar si la relación descrita presenta una estructura coercitiva y no meramente conflictiva.
Factores de vulnerabilidad y mantenimiento del vínculo
La coerción se mantiene gracias a una combinación de vulnerabilidades personales y refuerzos intermitentes. Factores relevantes incluyen:
- Dependencia emocional o económica.
- Baja autoestima y necesidad de aprobación.
- Aislamiento social o pérdida de redes.
- Culpabilidad inducida y miedo al abandono.
- Internalización del discurso del agresor.
Estos elementos crean un ciclo donde la víctima racionaliza el control y lo percibe como expresión de afecto o cuidado.

Diferenciación entre conflicto y coerción
Un error común en la evaluación forense es confundir conflicto relacional con dinámica coercitiva.
- En el conflicto, existe reciprocidad: ambos miembros pueden discutir o ejercer presión en momentos puntuales.
- En la coerción, hay asimetría persistente: uno ejerce poder, el otro lo interioriza.
El análisis técnico debe identificar la direccionalidad del control, la constancia de los patrones y el grado de autonomía psicológica conservado.
Indicadores psicológicos de coerción sostenida
Algunos signos observables en la persona afectada son:
- Discurso confuso o justificador del comportamiento del otro.
- Minimización del daño o negación parcial.
- Ansiedad ante la idea de separación o desacuerdo.
- Hipervigilancia emocional ante cambios de humor del otro.
- Pérdida de identidad o de intereses propios.
Estos indicadores, interpretados en conjunto, orientan sobre el impacto psicológico del control y su posible relevancia judicial.
Implicaciones forenses y éticas
La evaluación de la coerción relacional debe sostenerse sobre una doble responsabilidad: técnica y ética.
- Técnica, porque requiere evidencias psicológicas y conductuales claras antes de emitir conclusiones.
- Ética, porque implica interpretar el sufrimiento sin sobrepasar los límites de la inferencia forense.
El perito debe evitar sesgos de confirmación y mantener la neutralidad, diferenciando entre una relación disfuncional y una relación coercitiva con potencial victimizante.
Visibilizar el control invisible
La evaluación de la coerción relacional permite hacer visible una forma de violencia psicológica que rara vez deja rastros físicos, pero sí profundas huellas emocionales. Su análisis técnico aporta a los tribunales una comprensión más precisa del vínculo, los mecanismos de dominación y el impacto psicológico resultante.

